Cuando un hombre se casa con una mujer, el oficiante suele terminar diciendo "hasta que la muerte os separe." Pero cuando una mujer es sellada a su esposo en el templo del Señor, la muerte pierde su poder de separación, y las familias pueden llegar entonces a ser eternas.
Así como queremos ser sellados a
los nuestros, porque los queremos y deseamos estar siempre con ellos, nuestros antepasados también quieren lo mismo para estar siempre con sus
seres queridos más cercanos. Cuando hacemos la obra en el templo por ellos,
además de ayudarles a progresar mucho espiritualmente, se les permite
estar juntos para siempre. Y así, generación tras generación, se irán
sellando todas las familias de las que provenimos, hasta formar una gran
cadena.
Testimonio de una viuda:
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